viernes, 25 de noviembre de 2011

Reseña de Susan Socolow, Mercaderes del Buenos Aires virreinal. Familia y comercio, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1991


Susan Socolow, Mercaderes del Buenos Aires virreinal. Familia y comercio, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1991.

Susan Migden Socolow, es profesora de la Emory University, Atlanta (EE.UU.) Además de “Mercaderes del Buenos Aires virreinal. Familia y comercio” cuya primera edición es “The Merchants of Viceregal Buenos Aires: Family and Comerse 1778-1810, ( New York, Cambridge University Press, 1978) con el cual se hizo merecedor del “Bolton Prize Honorable Mention” en 1979, es autora de “The Bureaucrats of Buenos Aires, 1769-1810: Amor Al Real Servicio Real”, (Durham, Duke University Press, 1987) y “The Women of Colonial Latin America”, (Cambridge University Press, 2000).
Además es co-editora junto a Louisas Hoberman de  “Cities and Society in Colonial Latin America, (Albuquerque: University of New Mexico Press, 1986); y “The Countryside in Colonial Latin America” (Albuquerque: University of New Mexico Press, 1996). También es editora de “Commerce and Politics and vol. 9:2, The Atlantic Staple Trade: The Economics of Trade”, London, Variorum, 1996. Desde 2005 es miembro honoraria de la Academia Nacional de Historia.

En su obra Susan Socolow va a centrar su estudio en los comerciantes del Virreinato de Buenos Aires a fines del siglo XVIII, un grupo que trato de revitalizar la economía del Imperio Español recomponiendo todo el sistema de comercio colonial asegurando los contactos mercantiles entre el Virreinato del Río de la Plata, creado en 1776, con la península Ibérica y que reoriento la organización de los espacios regionales y la integración económica, ya no hacia el Perú, sino hacia el flamante virreinato.
Utilizando técnicas prosopográficas (o biográficas de grupo) e incluyendo una biografía detallada de un comerciante para proporcionar un caso específico y así comprobar las pautas sugeridas por los datos sobre el grupo de comerciantes en conjunto, Socolow realiza una acertada radiografía sobre los comerciantes. De esta manera su estudio estará concentrando en las características demográficas y sociales, en las pautas de movilidad y reclutamiento intrageneracional, en el matrimonio, el parentesco y la fertilidad, en la identidad de un grupo y en el estilo de vida, y en los roles del grupo comerciante tanto en el aspecto ocupacional, como en el propietario, político y religioso.
En un notable estudio exhaustivo Socolow va a precisar la procedencia, educación, carrera comercial y movilidad social de un amplío grupo de mercaderes para definir, con una clara concepción weberiana, el concepto de “tipo ideal”. De esta manera va a tipificar al comerciante promedio de 1778 caracterizándolo como un sujeto que había nacido en España y había llegado a Buenos Aires en algún momento entre 1763 y 1766. Precisamente esta es una de las principales críticas que se le pueden realizar al planteo de Socolow, ya que caracteriza al “comerciante típico” en base a los documentos que encuentra y que le son funcionales para su modelo teórico.
Según su óptica los comerciantes eran generalmente hijos de grupos de la sociedad española de la clase media y media-baja. Esa afirmación surge de la idea de que en la cúspide de la escala social la carrera mercantil no era muy atractiva para los hijos de los profesionales o de los oficios militares, ya que estas dos ocupaciones se consideraban generalmente de mayor prestigio que la de los comerciantes. En el otro extremo de la escala social, parecía que los hijos de los artesanos, los trabajadores manuales y los obreros no especializados generalmente no se hacían comerciantes, porque les faltaba educación y capital. Sobre el origen de este comerciante, se va a aseverar que no era de origen vasco, sino que la mayoría provenían del centro y norte de España (Castilla, Santander, Asturias y Galicia) ya que se consideraban hidalgos y todos los comerciantes de Buenos Aires se titulaban Don y sus esposas Doñas.
Los comerciantes estaban entre los grupos más alfabetizados de la sociedad colonial pero la riqueza era el criterio más importante a alcanzar dentro de la sociedad. Como afirma la autora: “un desconocido industrioso podía, a través del trabajo intenso, la acumulación de capital, el matrimonio y el parentesco y un poco de suerte, abrirse camino en los rangos del respetable grupo medio de los comerciantes”.
En el segundo capítulo de la obra, se van a describir las redes de lazos matrimoniales, donde las pautas de los comerciantes son significativas debido a que están ligadas a pautas de movilidad social. De esta manera casarse con una joven de clase alta o media de una ciudad era la meta de todos los jóvenes comerciales. Asimismo, vale aclarar, que la dote era poco frecuente y no marcaba un símbolo de estatus en la sociedad colonial del Virreinato del Río de la Plata.
En esta parte de la obra, se nota la influencia de Branding (en su obra “Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), México, Fondo de Cultura Económica, 1975) ya que Socolow menciona al sistema de compadrazgo como la institución que establecía una relación especial entre dos personas a través de su participación conjunta en un ritual religioso y que se usaba para cimentar la amistad y las sociedades entre comerciantes que no estaba relacionados de otro modo.
De esta manera el matrimonio y el parentesco ritual vinculaban a los comerciantes de Buenos Aires formando poderosos clanes mercantiles. Las mujeres de los comerciantes, sus esposas e hijas, servían para reclutar nuevos comerciantes en los clanes, perpetuando de esta manera el grupo de comerciantes y forjando nuevas alianzas.
En cuanto al análisis de la economía virreinal esta estaba dominada por el capital comercial. En este aspecto la autora va a recurrir a otra tipología para clasificar a los comerciantes porteños en tres categorías de acuerdo a su actividad, poder económico y prestigio social: mayoristas, minoristas y proveedores de alimento. De la misma manera se menciona otras de las actividades que realizaban estos comerciantes, como por ejemplo, el contrabando.
También se describe el modelo generalizado de estructura y formas de intercambio (importación de manufacturas y formas de intercambio), así como los lazos que establece Buenos Aires con Madrid, Cádiz, Sevilla y Bilbao. Una de los grandes aportes que realiza la obra es explicar que sucede con la gran cantidad de capital sobrante cuyo destino era que volvía a invertirse en el comercio, en nuevos cargamentos de mercaderías castellanas y en barcos. Asimismo otra área de inversiones preferida por los comerciantes era la inmobiliaria ya que los comerciantes consideraban a la propiedad urbana (de gran importancia para conseguir crédito hipotecándolas), para uso personal o comercial, ya que garantizaba una inversión segura sin los riesgos de las inversiones fluctuantes de la actividad comercial.
En el cuarto capítulo Socolow va a describir el estilo de vida de estos actores sociales, catalogándolos como un grupo social urbano. Va a realizar la descripción de sus viviendas, sus bienes, vestimentas y reconstruyendo los lugares de sociabilidad (como las tertulias).
En cuanto a la participación religiosa los comerciantes de Buenos Aires eran uno de los grupos más devotos de la sociedad colonial. Como magistralmente analiza la autora una de las funciones realizadas por los comerciantes era la de síndico (tesorero) de las órdenes religiosas de la ciudad. Los comerciantes formaban parte de cofradías, cuyo principal propósito era promover el culto público a través del patrocinamiento de ritos tales como misas, procesiones de adoración y rezos públicos del rosario. También realizaban beneficencias a través de capellanías que eran subsidios para las iglesias, instituciones religiosas o sacerdotes individuales.
También se va a estudiar a los comerciantes dentro de la sociedad colonial, su participación en el Cabildo de Buenos Aires y el Regimiento Urbano de Comercio. Socolow realiza un exhaustivo estudio acerca del problema del  libre comercio y las consecuencias del comercio de neutrales, explicando la división ideológica interna de los comerciantes como el enfrentamiento de dos formas de comerciar y de intereses contrapuestos.
Finalmente al final de la obra la autora va a materializar su modelo teórico en un comerciante en particular quien reunirá todas las condiciones del “típico comerciante” actuando de esta manera, como la demostración fehaciente de las evidencias previamente analizadas en los capítulos anteriores. El sujeto en cuestión es Gaspar de Santa Coloma, un comerciante porteño moderadamente exitoso que se encuentra dentro del grupo de mayoristas de nivel medio-alto. Aunque la mayor parte de su capital lo dedico a actividades bancarias y préstamos también participa en un número limitado de otras inversiones (las más grandes de éstas las hizo en propiedad urbana) a la vez que cuenta con una serie de empleados-aprendices para realizar sus tareas comerciales.

Conclusión
En “Mercaderes del Buenos Aires virreinal. Familia y comercio” Susan Socolow pretende caracterizar la figura del comerciante de Buenos Aires a fines del siglo XVIII, analizando sus prácticas económicas, sociales y políticas inmerso en una sociedad que le propiciaba tejer contactos y redes en su aventura en busca de la riqueza. Si bien Socolow realiza un exhaustivo rastreo documental (testamentos, dotes, papeles del Consulado, archivos parroquiales, correspondencia del AGN y del Archivo existente en la Iglesia de la Merced, Reconquista y Cangalló de Buenos Aires), queda, a fin de cuentas, presa de su modelo teórico weberiano, ya que por momentos parecería que encasille a los comerciantes que encuentra en dichas fuentes a la categoría de “comerciante-típico”.
            La utilización de la prosopografía le permite realizar dichas operaciones que, viendo los resultados finales, parecían que poseen una comprensión lógica y global dentro de su esquema. Pero, si abrimos un poco el panorama de análisis fuera de su modelo, vemos que la autora no realiza ningún aporte hacia el estudio de “los otros comerciantes”, los pequeños, en términos de intercambio y transacciones, como por ejemplo los mercachifles, pulperos y comerciantes provincianos. Quizás se le pueda aducir que no este análisis no sea motivo de su objeto de estudio, pero, sin dudas, al caracterizar sólo una parte de los comerciantes (los que aparecen los documentos) se pierden de vista irremediablemente una amplia gama de actores sociales, que son también, esenciales en las actividades económicas y política del espacio rioplatense.
            En suma, al margen de esta crítica, la obra de Susan Socolow esta bien estructura, posee una lectura clara y sencilla y acerca al lector una excelente descripción y caracterización de los sujetos económicos que actuaban en el Virreinato del Río de la Plata a fines del siglo XVIII, los comerciantes.

No hay comentarios: