La obra de
Chiaramonte se centra a partir del análisis de la economía correntina viendo la
relación entre la naturaleza histórica de su clase dirigente y el estado
provincial entre 1821, momento en el que la provincia adquiere su autonomía
soberana, y 1838, cuando las guerras contra Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires
producen una serie de cambios drásticos para la situación interna de la
provincia. El disparador que permitió a Chiaramonte realizar esta obra es que
analizó el momento en el cual el gobernador de la provincia de Corrientes Pedro
Ferré, realizó alegatos en favor de una política proteccionista, amenazando
romper la relación con Inglaterra, abandonando el libre cambio e inclusive
amparando el desarrollo industrial de las provincias rioplatenses a través fundamentalmente
del manejo de relaciones económicas con el exterior y el comercio exterior, esa
acción del gobernante le permitió al autor estudiar la naturaleza del grupo
social había detrás de estos movimientos.
Asimismo otros
motivos por los cuales el autor decidió trabajar estos temas es la importancia
que desempeñó Corrientes en las disputas por una organización nacional, su rol
como principal resistencia a Buenos Aires, y su sorprendente capacidad de
financiación de ejércitos y grandes gastos públicos.
Al
adentrarnos en el texto vemos que si bien éste carece de una coherencia en la
organización de sus partes (ya que es una suma de trabajos realizados por el
autor entre 1970 y 1985) posee una coherencia temática profundizando en un
análisis de detalles económicos apoyado en un elevado número de gráficos,
tablas y cuadros que ilustran perfectamente los planteos desarrollados en el
libro. Vale aclarar que esta obra es el cierre de corte económico que el autor
comienza en 1970 con “Nacionalismo y liberalismo económicos en Argentina,
1860-1880”
(1970)[1], y que concluye con
“Mercaderes del Litoral”.
Por lo tanto
podemos decir que su producción historiográfica convergió en cuatro temas
centrales: “Historia
de la política económica”, en la que examinó uno de los
más fuertes movimientos de nacionalismo económico que existieron en Argentina
en la segunda mitad del siglo XIX,
su excepcional intensidad y su pronto fracaso. “Historia de la
Ilustración ”, en el que su aporte
innovador ha consistido en ampliar el registro de corrientes y modalidades del
pensamiento del siglo XVIII y comienzos del XIX de manera de superar los
lugares comunes de la influencia del enciclopedismo francés y del liberalismo
inglés, o de la neo escolástica española del siglo XVI. “Historia social y económica
regional”, en el que su principal aporte fue el de superar
la ambigüedad del concepto de región de manera de exponer las modalidades de la
producción, finanzas y comercio antes de la organización nacional argentina. Y
finalmente “Historia de la formación de los estados
iberoamericanos”, donde su principal innovación fue demostrar que detrás
del rótulo de federalismo, en tiempo de las independencias, se encontraban
tendencias confederales, de modo que en el caso de Hispanoamérica, las
principales entidades soberanas emergentes de la crisis de la monarquía no
fueron las actuales naciones, sino ciudades y/o provincias soberanas proclives
a uniones en forma de confederaciones
Volviendo a “Mercaderes del Litoral”
en su Prólogo, escrito en 1991, el autor pone de relieve una serie de pautas para
entender la situación correntina. Más allá de la aparencial presencia de
Corrientes como proteccionista, interesada por una nación e institucionalmente
avanzada para la época, que algunos lo interpretaron como reflejo del
desarrollo del capitalismo en la provincia, Chiaramonte cuestiona esta
afirmación preguntándose si Corrientes fue
una expresión real de nacionalismo o solo una defensa de su provincialismo resguardada
en reivindicaciones nacionales que no irían más allá de lo que pudieran
satisfacer sus necesidades provinciales
Los ejes para analizar estos
aspectos es ver la pervivencia de fuertes rasgos coloniales de la elite de la
provincia de Corrientes fundamentada sobre el capital comercial y que en la región no hubo un capitalismo ya
que las las instituciones fueron reflejo sólo de una situación precapitalista.
La cuestión regional,
industrias y producción agropecuaria
En la Introducción de la obra (que es una ponencia
presentada en el Seminario “La cuestión regional como cuestión nacional en
América Latina” organizada por el Colegio de México en 1981) Chiaramonte despliega
alguna de las principales hipótesis acerca de la cuestión regional,
introduciendo la situación de las provincias del Río de la Plata que a partir de 1820
se constituyeron en soberanías autónomas sobre la base de la
ciudad-provincia-la única unidad político-social relevante en este periodo- de
Estados autónomos como punto de partida para una organización
político-institucional del país. (Goldman-Salvatore, 1998) [2]
Esta situación particular de
Corrientes se explica, en parte, porque ella no sufrió los efectos devastadores
de las luchas civiles posteriores a la independencia que, sumada a su geográfica
privilegiada, le permitió poseer una diversificada producción,
predominantemente agrícola en el noroeste de la provincia, junto con una
producción ganadera relevante en el sur, semejante a Entre Ríos, donde se
desarrolló una considerable expansión ganadera.
En la primera parte del libro Chiaramonte se
introduce en el análisis de la economía y la sociedad provincial entre las
décadas de 1820 y 1840. Chiaramonte ha tenido que lidiar con la carencia de
bibliografía previa de un nivel mínimamente aceptable y, además, con la
ausencia de otros estudios semejantes para otras provincias de la región.
En esta parte vemos que la producción agrícola
de Corrientes esta caracterizada por el algodón (aunque no goce de buena calidad),
tabaco, caña de azúcar, maíz, mandioca, bananas, cítricos, vegetales, yerba mate
(principalmente en región misionera), arroz y maní. Estos productos, además de
satisfacer la demanda interna, encontrarán salida en otros mercados
(provinciales y exteriores), en tanto que los productos que principalmente se
exportaran son tanto el tabaco como los cítricos. Como afirma Gelman las
exportaciones de Corrientes reflejan que si hasta fines de los 20 tienen un
perfil diversificado manufacturero/agropecuario (suelas, tabaco, cigarro y
yerba) luego se acentuará el perfil ganadero[3].
(Gelman, 2000)
Esta riqueza de recursos de la provincia también nos permite explicar la
presencia de una fuerte producción artesanal, sobre todo, de origen doméstico.
Las familias son unidades de producción casi autosuficiente, la carencia de
moneda las incentiva al trueque; Chiaramonte menciona que la apertura del libre
cambio afecta a la industria local afectando mayoritariamente a esa producción
doméstica.
Como afirma Halperín Donghi la
ciudad vive sobre todo del comercio y la navegación, su industria naval (generalmente a manos de extranjeros y de menor importancia que la
curtiembre) se da mayormente por artesanos con un alto grado de especialización
y carpinteros encargados de la producción y reparación de navíos. Dicha
actividad se ejercía cerca de los bosques a orillas del Paraná en las afueras
de la ciudad donde se accedía fácilmente a las materias primas. Asimismo
Corrientes tenía un comercio muy activo: luego de la expulsión de los jesuitas
comerciantes correntinos compiten con éxito notable con los asunceños en el
tráfico de yerba y algodón de las Misiones (Halperín, 1972).
El desarrollo institucional avanzado
de Corrientes, a diferencia de las demás provincias que cayeron bajo el
imperativo de caudillos, se manifestaba en el respeto a las facultades de las
autoridades, a los períodos de duración de cada gobierno, a la transición a las
nuevos representantes electos, hecho explicable, en parte, por la pervivencia
de la misma elite de mercaderes que mantiene rasgos coloniales. Como afirma el
autor, el gobernador Ferré –ex artesano naval- no puede ser considerado
caudillo, “no en virtud de su personalidad sino por su inserción en un estado
provincial mejor controlado por la elite” (Chiaramonte, 1991)[4].
El lugar de caudillos tenemos en Corrientes “burguesías mercantiles
provinciales que ni siquiera habían logrado cohesión regional” (Chiaramonte,
1991) que vivían escindida por su tendencia a la autonomía. La situación de anarquía dejada
por la influencia de Artigas (que pudo dejar abierta la posibilitad de ascenso
al poder de un caudillo que garantice el orden en la región) permitió la
intervención de este grupo mercantil.
Esta situación también se explica
por la situación económica que favoreció esa continuidad dado que el excelente
manejo fiscal durante el período consolidará aún más esas instituciones del
estado correntino que, contando con el buen manejo fiscal, evitará perjudicar a
los sectores ganaderos, exportadores sobre todo de cuero[5].
Otro factor que explica el
afianzamiento del control social en la sociedad correntina es el “mayor gasto
militar en Corrientes-mayor en proporción y también en volumen real- que
contribuyó al afianzamiento del orden social, y no a la “anarquía, en virtud
del tipo de la estructura política en el desarrollo desde el primer momento de
existencia del estado autónomo”. (Chiaramonte, 1986).
Con respecto a la población, en
Corrientes hubo un importante crecimiento demográfico, sobre todo, en la región
de la campaña, explicable, en parte, por la expansión ganadera del sur. Vale
aclarar que si bien el autor relativiza el aspecto por la baja densidad
demográfica de la provincia es interesante la presencia cada vez más fuerte de
extranjeros como ingleses, franceses, italianos que se van a dedicar justamente
al comercio o al transporte. Precisamente
uno de los argumentos de Ferré en las discusiones con los defensores de
Buenos Aires y su librecambismo a favor de un proteccionismo fue, que a falta
de decisiones nacionales, se permitió la entrada de estos extranjeros que se
apropiaron de los recursos y que a través del comercio con el exterior
importaron productos que destruían a la industria local. Esta repercusión y la
constante queja por la apropiación del comercio nos permiten entender que la
provincia dependía fuertemente de esta actividad.
La falta de moneda que a causa de las fuertes
importaciones se van al exterior, provoca que se pague los salarios en un
porcentaje en especie y otra en moneda evitando la fuga o salida de moneda (considerado
al metálico como la fuente de la riqueza) a través del radical proteccionismo
que practicará la provincia a partir de 1830. Sin embargo, a pesar de esta
política se continuará la escasez de metálico constituyéndose en una de las
causas que explican el sistema muy peculiar de arraigamiento de la peonada en
las haciendas.
Vale aclarar, que es inexistente
tanto el mercado de tierras como el de trabajo, es decir, el dinero en la
economía correntina no es el mecanismo por el cual se asignan los recursos
productivos, por lo que no estamos en presencia de capitalismo. Se ve que aún
mucha población fuera de este tipo de relaciones, que viven de la
autosubsistencia, por lo que existen relaciones sociales de producción
paralelas a las capitalistas.
La utilización de
medios de coacción extraeconómicos
En Corrientes vemos que existe una movilización
de las peonadas. El problema fundamental para la época era la necesidad de
arraigar a esa población o asentarla dado el problema de escasez de mano de
obra. Esa movilización se acentúa con las guerras de independencia, cuando a su
vez se difunden ideas igualitarias. Chiaramonte, en consecuencia, nos refiere a
una ausencia de un mercado libre de trabajadores existiendo un proceso de
coacción extraeconómica para frenar la movilidad rural. Una de las condiciones
para la existencia de asalariados es que haya una masa de personas que carezcan
de medios propios de autosubsistencia donde en un contexto de avance del
capitalismo, es necesaria esa masa de hombres obligados a la necesidad de
trabajar. Por lo que la utilización de medios de coacción extraeconómicos
refleja justamente que no están dadas las condiciones económicas para el
surgimiento del capitalismo.
Karl Marx en el prólogo a la “Contribución crítica de la economía política”,
explicaba que para pasar de un modo de producción a otro, ante todo, deben
desarrollarse hasta su límite las fuerzas productivas del modo anterior, y debe
surgir una base mínima para la instauración de un nuevo modo. En este caso, la
primera condición existe, la segunda no. La base mínima es la existencia de una
mano de obra o de asalariados, es decir un mercado libre de trabajo. Como
afirma Chiaramonte, la economía correntina no es ni feudal, ni capitalista sino
que es una situación intermedia, pero no una transición, ya que dicha transformación
se escindió o se estancó porque no están dadas esas condiciones básicas para
que se realice ésta.
Por lo tanto, lo
que existiría en Corrientes es un modo de producción precapitalista caracterizado
por la existencia de medios de coacción extraeconómicos [6]
donde los “propietarios de la tierra y sus representantes políticos debieron ir tejiendo en el agitado
panorama social rioplatense para superar la crisis productiva de mediados de la
década de 1810.
Por otro lado, siendo los hacendados
los principales demandantes de mano de obra en la expansión ganadera, llegando
a un acuerdo paternalista o privado con estos trabajadores en el que estos
residirán en las estancias y serán protegidos por el estanciero de la presión
del estado. A cambio, estos trabajarán una vez cada tanto según las necesidades
temporales del campo de excesiva mano de obra.
Si observamos la situación previa a
la ayuda de los ganaderos, esta población ya estaba asentada en las tierras,
sin cuestionarse si poseían dueño o no. El Estado, que quiere fomentar la
producción, los presiona para que produzcan. De esta manera surge una movilización
de estos grupos, que tratan de evitar esa presión asentándose en otros lugares donde
vagabundean constantemente para escapar de esta presión.
Al mantener sus propios ritmos de
trabajo, controlan sus productos de origen domésticos tabaco, textiles,
alimentos, azúcar y vendiendo sus productos a mercaderes. Estos aprovechan a su vez de su
monopolio, la no existencia de un mercado unificado, la carencia de metálico,
permitiendo al mercader dominar la producción. Éste, a su vez, habilita a la producción a través de un
“sistema de crédito”, en el que le paga por adelantado (ya sea con dinero o
mercancías) lo que retirará al final de la producción, pero con altísimos
intereses, pagándole mucho menos de lo que luego el mercader obtiene
vendiéndolo en el mercado.
Política fiscal
La segunda parte de la obra da
cuenta de la política económica, las finanzas públicas y el orden social. El
cambio drástico se da 1830 y 1831, con la conjugación de una recaída de la
economía correntina más las disputas con Buenos Aires en torno a la cuestión de
la organización nacional. Corrientes adoptará medidas fuertemente
proteccionistas para ayudar a su economía, y a su vez atacar a la política
librecambista de Buenos Aires. Para ello se elevaron fuertemente los aranceles
a las importaciones ya sea de productos extranjeros como de otras provincias,
negándole la entrada a algunos productos
que se elaboraran a nivel local[7]
directamente intentando “eliminar el déficit comercial mediante el estricto
control del gasto público” (Schmit, 2000). El resultado de estas políticas
fiscales es un gran crecimiento de los ingresos públicos, en consecuencia sin una
endémica deuda que podían solventar gastos ordinarios, como extraordinarios, ya
sea movimientos militares, ayudar a otras provincias. En el caso de necesidades
a corto plazo para los cuales tomaron créditos fueron pagados a corto plazo.
Este excelente manejo fiscal es reflejo de la mentalidad mercantil tradicional
monárquico de evitar la salida de dinero[8].
De este modo los gobiernos
correntinos mantuvieron hasta 1841 una política arancelaria muy activa de
protección de sus industrias locales y de limitación a las importaciones en pos
de mantener una balanza comercial favorable pero, que pese a estos logros, los
límites del sistema proteccionista eran bastante estrechos ya que “las
exportaciones debían expandirse constantemente para evitar caer en déficit de
la balanza comercial” (Schmit, 2000)
Naturaleza del Estado
y las elites
Existe en Corrientes una ambivalencia
en el Estado, que, por un lado, obliga los sectores populares a tener un ritmo
de trabajo o disciplina pero que, al mismo tiempo, le es imposible asentarlos
definitivamente dada su constante movilización por lo que se reconoce que la
mejor solución sería apoyar los acuerdos privados entre la hacienda y estos
sujetos a través del proteccionismo.
Socialmente, vemos, sectores
populares que desean mantener su ritmo de trabajo o no ser proletarizados;
haciendas en crecimiento que necesitan mano de obra, y van ocupando los
recursos a lo que no los pueden transformar en proletarizados, poniendo de
manifiesto, como vimos, la existencia de una tensión en la transición. La única
solución que tienen estos sujetos es la de pactar ya que se están quedando sin
posibilidades de mantener su ritmo de trabajo (dada la presión estatal). A su
vez, los hacendados no pueden transformarlos en proletariados porque todavía
tienen posibilidades aún de libertad originando una creciente tensión entre
estos dos actores sociales.
Vemos, por lo tanto, un Estado de
ambivalencia generalizado, (bajo la
apariencia de la modernidad tenemos una continuidad muy fuerte de elementos
coloniales), que, tanto en su política con las demás provincias como en sus discursos
proclama una defensa de la organización nacional, pero en la práctica política
lo hace en nombre de su soberanía.
De esto se infiere la naturaleza de
la clase dirigente que posee la misma ambivalencia, ya que favorecen al
desarrollo del capital, pero a su vez lo limitaban al tomar medidas que restringen
la transición hacia el capitalismo ya que, como mencionamos, su solidez como
grupo no proviene de una modernidad, sino de la pervivencia de grupos de mercaderes
al estilo del período colonial.
Esta característica de la clase
dirigente se ve reflejada en muchos aspectos (por ejemplo en lo institucional)
donde la constitución o las leyes principales hacían referencia a la máxima
modernidad o a las ideas de la ilustración política, pero en las prácticas o en
las aplicaciones de la ley en situaciones concretas eran fiel reflejo de la
época colonial. Lo mismo, sucede con el status jurídico de las personas donde,
aunque las leyes declaran la igualdad, en el trato cotidiano siguen imperando
condiciones de status.
Conclusión
En suma, lo que
encontramos en Corrientes es una provincia que resistió mejor los sacudones de
la independencia en la medida en el hecho de que el grupo de mercaderes (que
manejaban el comercio y también la producción mercantil de la ciudad/capital)
logró ejercer el control sobre el espacio regional e inclusive aplastar
tempranamente la rebelión de caudillos militares y la coalición rural del sur
de la provincia.
La clase dirigente atacó a la
vagancia recurriendo a medios arcaicos como la presión militar para que
cultiven cierta cantidad de tierras, o bien, la admisión de la existencia de
relaciones paternales o clientelares. Esta acción es reflejo de la ausencia de
un mercado libre de trabajo pero también de que existen grupos que viven de la
autosubsistencia, siendo un reflejo de
la falta de un mercado de tierras (reflejo también que los trabajadores poseen
los medios de producción por lo que no estamos en presencia del capitalismo).
Por todos los datos mencionados es claro que no existe modernidad en sus
instituciones; su integración institucional es resultado de no haber sufrido el
proceso de desintegración que vivieron las demás provincias; ya que a partir de
nuevas circunstancias desde 1820 los grupos que pervivieron, cuyos orígenes son
de la época colonial, se reconsolidaron. En consecuencia, hay un predominio del
capital mercantil (donde provienen los miembros que constituyeron la dirigencia
provincial) cuyas pretensiones de organización nacional no son reflejo de un
capitalismo desarrollado, sino de un fuerte arcaísmo vinculado a una
continuidad social colonial, que utilizó determinados discursos (aparentemente modernos)
para defender intereses económicos.
Por lo tanto, a partir de las
características de la clase dirigente de Corrientes “se habría de construir un
estado provincial notable en su época por la solidez institucional, el control
de los grupos populares, el alto grado de legalidad en la vida interna, la
eficacia de las finanzas públicas y de la política económica en general, así
como la independencia y firmeza de su política frente a Buenos Aires” (Chiaramonte,
1986).
Chiaramonte al
terminar esta obra (que escapa a una visión restringida de la historia
económica y de la historia regional haciendo uso de un bagaje largamente
construido) concluye que a lo largo del estudio de la economía y sociedad de
esta provincia, lo que existía allí no era simplemente una provincia sino un
"Estado" con una clara fundamentación constitucional de su soberanía,
aspectos que profundizará posteriormente en sus estudios al tratar la cuestión regional
como cuestión nacional describiendo el proceso de construcción de los “Estados
nacionales”.
Bibliografía:
CHIARAMONTE, José Carlos: "Legalidad constitucional o
caudillismo: el problema del orden social en el surgimiento de los estados
autónomos del Litoral argentino en la primer mitad del siglo XIX",
Desarrollo Económico, 102, 1986, pp 175-196.
CHIARAMONTE, José Carlos: “Mercaderes del Litoral, Economía
y sociedad en la provincia de Corrientes, en la primera mitad del siglo XIX”,
Buenos Aires, F.C.E.,1991.
CUADERNOS DE HISTORIA REGIONAL, Universidad de Luján, 1992,
número 15.
GELMAN, J., “El Mundo Rural en Transición”, en Nueva Historia
Argentina, T. III, Buenos Aires, Sudamericana, 2000, pp 71-101.
GOLDMAN, N. y R. SALVATORE (comp): “Caudillismos
rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema”, Eudeba, Bs As, 1998.
HALPERÍN DONGHI, T: “Revolución y guerra. Formación de una
elite dirigente en la
Argentina criolla”, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972.
SCHMIT, R.: "El comercio y las finanzas públicas en los
estados provinciales", en Nueva Historia Argentina, T. III, pp 125-157.
.
[1] Algunas obras que comprenden
este período son: “Pensamiento de la Ilustración , Comp.,
prólogo y notas”, Caracas, Bibl. Ayacucho, 1979; “La crítica ilustrada de la
realidad”, Buenos Aires, CEAL, 1982; “Formas de sociedad y economía en
Hispanoamérica”, México, Grijalbo, 1983; “La Ilustración en el Río
de la Plata ”,
Buenos Aires, Punto Sur, 1989.)
[2] En “Caudillismo
Rioplatense” Goldman y Salvatore afirman que el conjunto de normas fiscales,
legislativas y políticas que las provincias se otorgaron, luego de fracasados
los primeros intentos de constituir un Estado Rioplatense, dan testimonio de
los esfuerzos por parte de las elites locales por consolidar, más allá de la
voluntad de los caudillos, espacios soberanos de poder
[3] En las zonas
noroccidentales , de vieja colonización, predomina la producción mixta de
pequeños productores de autosubsistencia y para mercados locales, con algunas
haciendas complejas y, hacia el sur se extiende la zona de crecimiento reciente
de estancias ganaderas.
[4] Como menciona Chiaramonte
Ferrer no era un militar, tenía incapacidad para ese oficio y, que además,
poseía una manifiesta antipatía hacia los hombres de armas.
[5] Las tasas de aduana para la exportación serán
bajas ya que, según Chiaramonte, esta es una de las causas de estabilidad.
Además el gobierno era previsor del stock ganadero de la provincia ya que según
el nivel de este subía o bajaba la tasa, para evitar la perdida de stock. (o a
veces por casos de necesidad militar).
[6] La utilización de
medios extraeconómicos, impide o frena la transición a un modo capitalista en
el que se caracteriza por tener medios de coacción económicos, inherentes en la
producción.
[7] Entre estos productos se
encontraban el aguardiente, el azúcar, los licores, la ropa y los calzados. En
1833 se agrego la prohibición del ingreso de yerba brasilera.
[8] Como marca Roberto Schmit
dentro del modelo financiero quedo muy marcado el peso abrumador que tenía el
ingreso aduanero. A comienzo de los 20 este rubro cubría el 85,99 por ciento de
los ingresos, fluctuando durantes las tres décadas siguientes y cayendo en los
magros años de bloqueos comerciales a un 50 por ciento de los ingresos.