Los macroparadigmas
y el compromiso político en la Historia ¿Meramente una
construcción epistemológica?: Una revisión a la luz de los casos de Annales y
los historiadores marxistas británicos.
Luego de recorrer la historia de la
historiografía a lo largo del siglo XIX y XX vemos dentro de la historia de los
llamados “macroparadigmas” (o “historia social”) dos corrientes historiográficas
se destacaron y sentaron base en el estudio de la Historia a lo largo del
último siglo: el marxismo de los historiadores británicos y Annales. Lo que va caracterizar
a estas escuelas (si podemos considerar la corriente francesa con esa
denominación) será la pretensión de llevar a cabo explicaciones de la realidad
por métodos científicos para encontrar recurrencias en la larga duración. Por
lo tanto para realizar dicho proceso se debe prescindir de la lógica de los
actores y centrar el análisis partiendo desde las estructuras, considerándose
de esta forma una “historia estructural”. Precisamente, comenzando por
desarrollar este punto, me planteo diferenciar la concepción del tiempo tanto
en el marxismo británico como en Annales. No pretendo realizar en este trabajo
una descripción de las mismas en cuanto a su producción histográfica,
influencias o iniciar un derrotero sobre sus integrantes y “generaciones”, sino
ver las diferencias entre ambos modelos.
Antes de realizar estas operaciones,
que igualmente son válidas para comprender en su totalidad dichos modelos,
pretendo explicar como entendieron, conceptualizaron, teorizaron y llevaron a
la práctica algunos conceptos historiográficos fundantes para el oficio del
historiador. En la segunda parte del trabajo, intentaré dar cuenta de que las
elecciones tomaron y privilegiaron, no fueron arbitrarías ni sin sentido. Por
lo contrario, creo que en la misma teorización del problema histórico se
encuentran los indicios para la realización de una práctica política, concisa y
dirigida a fines. No es necesario aclarar que no existe la objetividad en la Historia , uno puede
tender hacia ella, persiguiéndola como un fin, pero nuestros valores,
creencias, costumbres, tradición y conciencia van a hacernos tomar una postura
respecto a determinado hecho histórico al cual le formularemos determinadas
preguntas según el caso.
De esta manera, en esta primera parte
voy a formular una pequeña conceptualización sobre el nacimiento y desarrollo
de ambas corrientes, para luego tomar tres ejes sobre los cuales el marxismo
británico y Annales difieren radicalmente que son: la concepción del tiempo,
estructura, coyuntura y transición.
Nacimiento
y desarrollo
El núcleo central de los que se
acostumbra a llamar “los historiadores marxistas británicos” surge después de la Segunda Guerra Mundial entorno
al “Grupo de Historiadores del Partido Comunista Británico” fundado en 1946,
compuesto por Rodney Hilton, Christopher Hill, Eric J. Hobsbawm, Victor
Ciernan, George Rudé, E. P. Thompson y Raphael Samuel a los que habría que
añadir, entre otros, al economista Maurice Dobb y el arqueólogo australiano
Gordon Chile. Este grupo comenzará a colaborar en publicaciones comunistas de
un alto nivel intelectual y de una gran interdependencia, como la revista Marxism today y la colección de folletos
Our History[1].
En nacimiento de Annales surge en 1929 cuando Lucien Febvre (1878-1956) y Marc Bloch (1886.1844) de la Universidad de Estrasburgo
fundan los Annales d´ historie économique
et sociale (desde 1945, Annales.
Économies, Sociétés. Civilizarions, a partir de 1991, Annales. Histoire-Sciences Sociales). Su propósito era ofrecer una
alternativa a la práctica historiográfica dominante, superando el enfoque
político-diplomático y militar. De hecho, la renovación historiográfica de
Annales se basó en la enorme ampliación de los campos de trabajo y el uso de
métodos de investigación estadísticos,
económicos, sociológicos, demográficos
Se cambia el objeto de estudio, que pasa a ser el ser
humano que vive en sociedad. Todas las manifestaciones históricas deben ser
tratadas como una unidad, que sólo existe en la realidad social, en el tiempo y
en el espacio. Las barreras cronológicas y espaciales se vuelven artificiosas y
el estudio histórico debe centrarse en sociedades concretas, delimitadas en el
espacio y en el tiempo.
Concepción
del tiempo histórico y la “estructura”
Al ver la conceptualización
que realizan sobre el tiempo el marxismo histórico el marxismo asienta su teoría
sobre el materialismo histórico, entendiendo el proceso histórico como la sucesión
de modos de producción. En el caso Annales dividirá al tiempo histórico en tres
tiempos; la conocida tríada de tiempo
geográfico, tiempo social y tiempo
individual
En cuanto a la definición de “estructura” Annales, ha identificado a
éstas como los marcos de larga duración en los cuales se inscribe la historia.
Como plantea Braudel “el problema es que todas estas realidades tienen ritmos
diversos: hay unos ciclos económicos, una coyuntura social y una historia
particularmente lenta de las civilizaciones. Por debajo “mas lenta todavía,
casi inmóvil, una historia de los hombres en relación con la tierra que los
sostiene los nutre”[2].
Asimismo cuando intenta dar una definición de estructura Braudel plantea que “por estructura, los observadores del hecho
social entienden una organización, una coherencia, unas relaciones bastante
fijas entre realidades y masas sociales. Para nosotros, historiadores, una
estructura es sin duda conjunto, arquitectura, pero más aún una realidad que el
tiempo desgasta y arrastra durante un largo tiempo”[3]. Pero
los peligros de esta tal concepción es finalmente la reducción del espacio a
los problemas históricos en una “geo-historia” negando todo carácter de cambio
en la Historia
y condenándolo a la inmovilidad.
Dentro de este marco cobra importancia
el rol que le otorga Annales a la geografía como deterministas de las
relaciones sociales al contrario de los postulados del materialismo histórico
donde el hombre modifica la naturaleza para su reproducción. Por lo tanto, si el interés se orienta
sistemáticamente más a los fenómenos estables que a los cambiantes, más a la
“sincronía” que a la “diacronía” más a las “estructuras” que a los “cambios de
estructura” es evidente que se da la espalda al espíritu propio del
historiador.
Ahora tomemos a la postura de los
historiadores marxistas británicos sobre la definición de la estructura. En el
marxismo, en cambio, la “estructura”
va a estar determinada por el modo de producción siendo una estructura con diferentes
“niveles” (económico, sociopolítico, espiritual). Estos niveles son
interdependientes, incluso cuando se manifiestan, en tal cual o cual fase de su
desarrollo, una cierta tendencia a la autonomía. Vale aclarar que no se trata
de un esquema universal y que no plantea realidades eternas (como las que
describe Braudel) y no va a englobar a toda la sociedad concreta, sino
solamente de la realidad dominante, la que determina, en una sociedad.
Pero uno de los mayores logros de los
historiadores marxistas británicos y que le es ampliamente reconocido es que han sido partícipes de una problemática
teórica común intentando “trascender la estricta noción económica de clase y
llegar a solucionar el problema de la base-superestructura que ha dominado el
marxismos desde sus comienzos desarrollando, de esta manera una historiografía
marxista alejada del determinismo económico del materialismo histórico y
reconduciéndolo hacia otros análisis, entendiendo el cambio social en el
sentido más amplio”[4]. Lo que le interesa al
marxismo británico, es entonces, más allá de las estructuras, sus mecanismos de
continuidad y cambio y sus pautas de transformación, también nos concierne lo
que de hecho sucedió.
Pero ¿cómo explica el “cambio del
tiempo” en la
Historia Annales ya que no ve el cambio social. Para resolver
esto, la segunda generación Annales construirá
la categoría de “coyuntura”,
definida como el conjunto de las condiciones articuladas entre sí que
caracterizan, en momento en el movimiento global de la materia histórica.
El signo más visible para de estas
coyunturas se manifiestan en los movimientos de los precios de las mercancías
(como lo ejemplifica “El Mediterráneo…” de Braudel) observando toda la
actividad económica en su conjunto: producción, intercambios, empleo, incluso
la población y en relaciones entre el movimiento de los precios y los ingresos
(salarios, beneficios, rentas).
A partir de esta construcción, los
historiadores de Annales se han habituado cada vez más a describir la
contradicción entre una historia que se transforma rápidamente y otra
“silenciosa” de ritmo casi inmóvil en términos de estructuras y coyunturas, las
primeras denotado realidades a largo plazo, y a corto plazo las segundas donde
“es evidente que existen diferentes clases de estructuras, lo mismo ocurre con
las coyunturas, variando unas y otras en duraciones”[5].
Diferente concepción del cambio del
tiempo poseen los historiadores marxistas británicos. Hobsbawn culpa de todos los males a los aportes que
realizó la antropología a Annales planteando que “a
excepción de aquellas corrientes como la marxista, el grueso de su pensamiento
no se ha interesado por esos cambios. Es más, podría decirse que muchos de sus
modelos analíticos-como el caso de la sociología y la antropología social-han
sido sistemáticamente y exitosamente desarrollados abstrayéndolos del cambio histórico”[6].
Por el contrario, para explicar el
movimiento cronológico los historiadores marxistas británicos va a tomar el
concepto de “transición”, heredado
del materialismo histórico para explicar la ruptura de la estructura y el
desenvolvimiento del cambio social utilizando el concepto transición de Marx para designar al
período o fase en el que se produce la transformación de un modo de producción
en otro.
De esta manera la
transición va a constituir una fase muy particular de la evolución de una
sociedad, la fase en que esta encuentra más dificultades, cada vez mayores
–sean éstas internas o externas- de producir el sistema socioeconómico en el
cual se basa y empieza a reorganizarse de una manera un tanto rápida y
violenta, sobre la base de otro sistema que, finalmente, por su turno, se torna
la forma más general de las nuevas condiciones de existencia.
Comprender a la sociedad como el resultado de los
procesos diversos y múltiples de producción y reproducción de los seres humanos
y sus relaciones, y que por lo tanto existe en constante cambio y
transformación. Esos cambios pueden ser esenciales o no, es decir, pueden
alterar o no la determinación cualitativa del sistema de relaciones sociales. Cuando el marxismo intenta explicar el cambio se
requiere de una sólida concepción de la dinámica y estructuras sociales y lo
que se ha llamado las “transformaciones sociales de corta duración, que se
extienden por unas cuantas décadas o generaciones”. Estos son períodos
relativamente breves durante las cuales la sociedad se ve reorientada y
transformada, como por ejemplo, la revolución industrial. En suma, las
estructuras, en término marxista, analizadas anteriormente, se desestructuran y
se reestructuran a través de la crisis y de la lucha de clases combinadas,
Compromiso político y ciencia
Al analizar la construcción
epistemológica de dichas corrientes historiográficas se vislumbra
simultáneamente una práctica política. Como afirma Eric Hobsbawn, “la vida
misma sería más sencilla si nuestra concepción de la historia fuera postulada
exclusivamente por aquellos con quienes coincidimos en todos los asuntos
públicos y aun en los privados”, pero agrega que hoy en día la historia social
esta en boga y ninguno que la practican se molestaría en coincidir ideológicamente
con sus colegas. Desde sus génesis los dos macroparadigmas se diferencian en
algo respecto a su conformación, la idea de un partido que actué como
“vanguardia intelectual” y que sirva de guía y respaldo para sus trabajos. Ese
rol lo va a cumplir el PC dentro del grupo de los historiadores marxistas
británicos
Hobsbawm reconoce que el
establecimiento del Partido Comunista coaccionó a estos historiadores en su
trabajo sobre el período. Sin embargo señala que “en los años 1946-1956, las
relaciones entre el grupo y el partido habían sido impecables[7]. De
esta manera, PC actuaba como aglutinador dirigiendo una línea política sobre la
cual corresponderse. Finalmente con la publicación de Past and Present en 1952 se intentaron estrechar lazos con los
historiadores no marxistas que compartían afinidades e intereses en comunes. La
iniciativa de la revista fue de miembros del grupo, específicamente de Dobb,
Hilton, Hill, Hobsbawn y John Morris. Pero la revista no fue publicada ni por
el grupo ni por el partido. Tampoco se tuvo la intención de que fuera una
revista limita a los estudios marxistas históricos y nunca lo ha sido.
La crisis política de 1956, con la
intervención soviética en Hungría, alejó a buena parte de estos hombres de la
disciplina del Partido Comunista y los dispersó pero, a diferencia de lo que
ocurría entre otros países ninguno de ellos desertó del campo de una política
progresista ni el abandono de su trabajo intelectual que, si bien con más
libertad, conservaba lo esencial de su inspiración marxista.
En cuanto a Annales, como afirma
Burguière, para entender su formación y origine es necesario tener en cuenta el
complejo de relaciones de fuerza que se establecen entre las disciplinas a la
vez competitivas y complementarias: también los marcos institucionales,
definidos, por ejemplo, por su “organización universitaria” (por la dotación
desigual de cátedras, institutos, organizados, por otro lado a partir de
concursos), los marcos sociales (su mayor o menos prestigio en los medios
cultos y su capacidad para influir en la opinión o en las esferas dirigentes) o
epistemológicos (su capacidad para ejercer una hegemonía teórica sobre las
demás disciplinas)”[8].
Pero al margen de los aportes de otras
disciplinas, entre los que se cuentan la antropología, la economía y la
sociología Annales no contiene una homogénea ideología entre sus miembros ya
que “Annales es radical en el estilo pero académicamente en la forma y
conservadora desde un punto de vista político; toca las cuestiones de historia
económica y social sin riesgos de contagio marxista”[9].
Un dato a tener en cuenta: Para 1968 tiene entre sus filas a ex comunistas como
Emmanuel Le Roy Ladurie (hijo de un ministro de Petainm que pasó personalmente
por una etapa de ferviente estalinismo) o François Furet. Alain Besançon
reconocerá luego “haber sido comunista no perjudicó nuestra carrera, todo lo
contrario”. Quizás esta cita describa mejor el verdadero espíritu de la
“historia académica” de Annales”
Conclusión:
Después de lo explicado podemos llegar
a la conclusión de que en sus estudios Annales no se propone explicar el cambio
social. Parecería que viéndola a la distancia, nos relata una historia lineal y
sin conflictos. Vistos de esta óptica, el cambio social permanecería casi
inmóvil, quieta, chata.
En tanto los estudios de grupo de los
historiadores marxismos británicos, por todo lo anterior expuesto, logran,
mediante el análisis de la lucha de clases y describiendo la transición
explican el cambio social, cuando entran en contradicción las fuerzas
productivas con las relaciones de producción.
De esta forma vemos como en uso de
categorías analíticas y el uso que le dan, se vislumbra la ideología política
de dichas corrientes. En este punto, Annales realizó sus producciones
historiográficas en nombre de la objetividad pero la diversidad y la
interdisciplinaridad en sus estudios no permitió que exista una vía política
coherente entre ellos, la heterogeneidad entre sus miembros (que contaba con
estructuralistas, funcionalistas, conservadores y marxistas) no posibilitó que
se conforme una línea que guía sus estudios.
En cambio, los estudios que realizaron los
historiadores marxistas británico nunca perdieron de vista la dimensión
política, esencial de esa experiencia ya que parten de un supuesto claro donde las
relaciones de clase son políticas en cuanto siempre suponen dominación y
subordinación, lucha y acomodación. También se plantearon la comprensión global
del sistema, entiendo su lógica en su totalidad tratando de dilucidar la
“omnipresente” presión del ser social sobre su conciencia a la cual proyectan
para modificar el mundo que los rodea, diferencia fundamental respecto a la
corriente francesa.
[1] En esta etapa, el grupo de los historiadores marxistas
británicos también participo en defensa de las posiciones progresistas en los
grandes debates historiográficos de su tiempo, como el del papel de la “gentry”
en la revolución inglesa del siglo XVII o el de las consecuencias sociales de
la revolución industrial (el “debate del nivel de vida”) y luego, partir de 1952
con la revista Past and Present (a la
cual luego me referiré).
[2] Fernard Braudel, “El Mediterráneo y el
mundo mediterráneo en época de Felipe II”, México.
FCE, 1953. p-207
[3] Pierre Vilar, “Iniciación al
vocabulario del análisis histórico”, Barcelona, Crítica, 1982.
[4] H. Kaye “Los historiadores marxistas británicos, Universidad de
Zaragoza, 1989.
[5] Para ampliar este concepto Braudel agrega que “la historia acepta y
descubre múltiples explicaciones lo hace por desplazamientos verticales, de un
plano temporal a otro. Y en cada plano se producen también conexiones y
correcciones horizontales”, en F. Braudel, Ibid.
[6] En defensa del marxismo, Hobsbawm dice que “las tendencias sociológicas han logrado la exclusión de la historia, o
sea el cambio dirigido (…) los patrones estructuro-funcionales resaltan lo que
las sociedades tienen en común, mientras que lo que nosotros buscamos es
precisamente las diferencias”. En Eric Hobsbawn, “De la historia social a la historia de la sociedad” en Marxismo e historia social, México,
Tebeka, 1983.
[7] Eric Hobsbawn puntualiza
que esto fue debido al hecho de que los historiadores “eran un grupo de
comunistas tan leales, activos y comprometidos, como el que más, aunque sólo
fuera por considerar que el marxismo implicaba pertenencia al Partido. Criticar
al marxismo suponía criticar al partido y viceversa” en E. Hobsbawn Ibid.
[8] Alan Burguiére, “La historia de una historia: el nacimiento
de Annales” en N. Pagano y P. Buchbinder,
La historiografía francesa contemporánea, Buenos Aires, Biblio., 1993.
[9] Joseph Fontana, “La historia
de los hombres”, Barcelona, Crítica, 1995.