viernes, 9 de diciembre de 2011


Los macroparadigmas  y el compromiso político en la Historia ¿Meramente una construcción epistemológica?: Una revisión a la luz de los casos de Annales y los historiadores marxistas británicos.

Luego de recorrer la historia de la historiografía a lo largo del siglo XIX y XX vemos dentro de la historia de los llamados “macroparadigmas” (o “historia social”) dos corrientes historiográficas se destacaron y sentaron base en el estudio de la Historia a lo largo del último siglo: el marxismo de los historiadores británicos y Annales. Lo que va caracterizar a estas escuelas (si podemos considerar la corriente francesa con esa denominación) será la pretensión de llevar a cabo explicaciones de la realidad por métodos científicos para encontrar recurrencias en la larga duración. Por lo tanto para realizar dicho proceso se debe prescindir de la lógica de los actores y centrar el análisis partiendo desde las estructuras, considerándose de esta forma una “historia estructural”. Precisamente, comenzando por desarrollar este punto, me planteo diferenciar la concepción del tiempo tanto en el marxismo británico como en Annales. No pretendo realizar en este trabajo una descripción de las mismas en cuanto a su producción histográfica, influencias o iniciar un derrotero sobre sus integrantes y “generaciones”, sino ver las diferencias entre ambos modelos.
Antes de realizar estas operaciones, que igualmente son válidas para comprender en su totalidad dichos modelos, pretendo explicar como entendieron, conceptualizaron, teorizaron y llevaron a la práctica algunos conceptos historiográficos fundantes para el oficio del historiador. En la segunda parte del trabajo, intentaré dar cuenta de que las elecciones tomaron y privilegiaron, no fueron arbitrarías ni sin sentido. Por lo contrario, creo que en la misma teorización del problema histórico se encuentran los indicios para la realización de una práctica política, concisa y dirigida a fines. No es necesario aclarar que no existe la objetividad en la Historia, uno puede tender hacia ella, persiguiéndola como un fin, pero nuestros valores, creencias, costumbres, tradición y conciencia van a hacernos tomar una postura respecto a determinado hecho histórico al cual le formularemos determinadas preguntas según el caso.
De esta manera, en esta primera parte voy a formular una pequeña conceptualización sobre el nacimiento y desarrollo de ambas corrientes, para luego tomar tres ejes sobre los cuales el marxismo británico y Annales difieren radicalmente que son: la concepción del tiempo, estructura, coyuntura y transición.

Nacimiento y desarrollo
El núcleo central de los que se acostumbra a llamar “los historiadores marxistas británicos” surge después de la Segunda Guerra Mundial entorno al “Grupo de Historiadores del Partido Comunista Británico” fundado en 1946, compuesto por Rodney Hilton, Christopher Hill, Eric J. Hobsbawm, Victor Ciernan, George Rudé, E. P. Thompson y Raphael Samuel a los que habría que añadir, entre otros, al economista Maurice Dobb y el arqueólogo australiano Gordon Chile. Este grupo comenzará a colaborar en publicaciones comunistas de un alto nivel intelectual y de una gran interdependencia, como la revista Marxism today y la colección de folletos Our History[1].
En nacimiento de Annales surge en 1929 cuando Lucien Febvre (1878-1956) y Marc Bloch (1886.1844) de la Universidad de Estrasburgo fundan los Annales d´ historie économique et sociale (desde 1945, Annales. Économies, Sociétés. Civilizarions, a partir de 1991, Annales. Histoire-Sciences Sociales). Su propósito era ofrecer una alternativa a la práctica historiográfica dominante, superando el enfoque político-diplomático y militar. De hecho, la renovación historiográfica de Annales se basó en la enorme ampliación de los campos de trabajo y el uso de métodos de investigación  estadísticos, económicos, sociológicos, demográficos
Se cambia el objeto de estudio, que pasa a ser el ser humano que vive en sociedad. Todas las manifestaciones históricas deben ser tratadas como una unidad, que sólo existe en la realidad social, en el tiempo y en el espacio. Las barreras cronológicas y espaciales se vuelven artificiosas y el estudio histórico debe centrarse en sociedades concretas, delimitadas en el espacio y en el tiempo.

Concepción del tiempo histórico y la “estructura”
Al ver la conceptualización que realizan sobre el tiempo el marxismo histórico el marxismo asienta su teoría sobre el materialismo histórico, entendiendo el proceso histórico como la sucesión de modos de producción. En el caso Annales dividirá al tiempo histórico en tres tiempos; la conocida tríada de  tiempo geográfico, tiempo social y tiempo individual
En cuanto a la definición de “estructura” Annales, ha identificado a éstas como los marcos de larga duración en los cuales se inscribe la historia. Como plantea Braudel “el problema es que todas estas realidades tienen ritmos diversos: hay unos ciclos económicos, una coyuntura social y una historia particularmente lenta de las civilizaciones. Por debajo “mas lenta todavía, casi inmóvil, una historia de los hombres en relación con la tierra que los sostiene  los nutre”[2]. Asimismo cuando intenta dar una definición de estructura Braudel plantea que “por estructura, los observadores del hecho social entienden una organización, una coherencia, unas relaciones bastante fijas entre realidades y masas sociales. Para nosotros, historiadores, una estructura es sin duda conjunto, arquitectura, pero más aún una realidad que el tiempo desgasta y arrastra durante un largo tiempo[3]. Pero los peligros de esta tal concepción es finalmente la reducción del espacio a los problemas históricos en una “geo-historia” negando todo carácter de cambio en la Historia y condenándolo a la inmovilidad.
Dentro de este marco cobra importancia el rol que le otorga Annales a la geografía como deterministas de las relaciones sociales al contrario de los postulados del materialismo histórico donde el hombre modifica la naturaleza para su reproducción. Por  lo tanto, si el interés se orienta sistemáticamente más a los fenómenos estables que a los cambiantes, más a la “sincronía” que a la “diacronía” más a las “estructuras” que a los “cambios de estructura” es evidente que se da la espalda al espíritu propio del historiador.
Ahora tomemos a la postura de los historiadores marxistas británicos sobre la definición de la estructura. En el marxismo, en cambio, la “estructura” va a estar determinada por el modo de producción  siendo una estructura con diferentes “niveles” (económico, sociopolítico, espiritual). Estos niveles son interdependientes, incluso cuando se manifiestan, en tal cual o cual fase de su desarrollo, una cierta tendencia a la autonomía. Vale aclarar que no se trata de un esquema universal y que no plantea realidades eternas (como las que describe Braudel) y no va a englobar a toda la sociedad concreta, sino solamente de la realidad dominante, la que determina, en una sociedad.
Pero uno de los mayores logros de los historiadores marxistas británicos y que le es ampliamente reconocido es que  han sido partícipes de una problemática teórica común intentando “trascender la estricta noción económica de clase y llegar a solucionar el problema de la base-superestructura que ha dominado el marxismos desde sus comienzos desarrollando, de esta manera una historiografía marxista alejada del determinismo económico del materialismo histórico y reconduciéndolo hacia otros análisis, entendiendo el cambio social en el sentido más amplio”[4]. Lo que le interesa al marxismo británico, es entonces, más allá de las estructuras, sus mecanismos de continuidad y cambio y sus pautas de transformación, también nos concierne lo que de hecho sucedió.

La Historia se explica por el cambio
Pero ¿cómo explica el “cambio del tiempo” en la Historia Annales ya que no ve el cambio social. Para resolver esto, la segunda generación Annales construirá la categoría de “coyuntura”, definida como el conjunto de las condiciones articuladas entre sí que caracterizan, en momento en el movimiento global de la materia histórica.
El signo más visible para de estas coyunturas se manifiestan en los movimientos de los precios de las mercancías (como lo ejemplifica “El Mediterráneo…” de Braudel) observando toda la actividad económica en su conjunto: producción, intercambios, empleo, incluso la población y en relaciones entre el movimiento de los precios y los ingresos (salarios, beneficios, rentas).
A partir de esta construcción, los historiadores de Annales se han habituado cada vez más a describir la contradicción entre una historia que se transforma rápidamente y otra “silenciosa” de ritmo casi inmóvil en términos de estructuras y coyunturas, las primeras denotado realidades a largo plazo, y a corto plazo las segundas donde “es evidente que existen diferentes clases de estructuras, lo mismo ocurre con las coyunturas, variando unas y otras en duraciones”[5].
Diferente concepción del cambio del tiempo poseen los historiadores marxistas británicos. Hobsbawn culpa de todos los males a los aportes que realizó la antropología a Annales planteando que “a excepción de aquellas corrientes como la marxista, el grueso de su pensamiento no se ha interesado por esos cambios. Es más, podría decirse que muchos de sus modelos analíticos-como el caso de la sociología y la antropología social-han sido sistemáticamente y exitosamente desarrollados abstrayéndolos del cambio histórico”[6].
Por el contrario, para explicar el movimiento cronológico los historiadores marxistas británicos va a tomar el concepto de “transición”, heredado del materialismo histórico para explicar la ruptura de la estructura y el desenvolvimiento del cambio social utilizando el concepto transición de  Marx para designar al período o fase en el que se produce la transformación de un modo de producción en otro.
De esta manera la transición va a constituir una fase muy particular de la evolución de una sociedad, la fase en que esta encuentra más dificultades, cada vez mayores –sean éstas internas o externas- de producir el sistema socioeconómico en el cual se basa y empieza a reorganizarse de una manera un tanto rápida y violenta, sobre la base de otro sistema que, finalmente, por su turno, se torna la forma más general de las nuevas condiciones de existencia.
Comprender a la sociedad como el resultado de los procesos diversos y múltiples de producción y reproducción de los seres humanos y sus relaciones, y que por lo tanto existe en constante cambio y transformación. Esos cambios pueden ser esenciales o no, es decir, pueden alterar o no la determinación cualitativa del sistema de relaciones sociales. Cuando el marxismo intenta explicar el cambio se requiere de una sólida concepción de la dinámica y estructuras sociales y lo que se ha llamado las “transformaciones sociales de corta duración, que se extienden por unas cuantas décadas o generaciones”. Estos son períodos relativamente breves durante las cuales la sociedad se ve reorientada y transformada, como por ejemplo, la revolución industrial. En suma, las estructuras, en término marxista, analizadas anteriormente, se desestructuran y se reestructuran a través de la crisis y de la lucha de clases combinadas,

Compromiso político y ciencia
Al analizar la construcción epistemológica de dichas corrientes historiográficas se vislumbra simultáneamente una práctica política. Como afirma Eric Hobsbawn, “la vida misma sería más sencilla si nuestra concepción de la historia fuera postulada exclusivamente por aquellos con quienes coincidimos en todos los asuntos públicos y aun en los privados”, pero agrega que hoy en día la historia social esta en boga y ninguno que la practican se molestaría en coincidir ideológicamente con sus colegas. Desde sus génesis los dos macroparadigmas se diferencian en algo respecto a su conformación, la idea de un partido que actué como “vanguardia intelectual” y que sirva de guía y respaldo para sus trabajos. Ese rol lo va a cumplir el PC dentro del grupo de los historiadores marxistas británicos
Hobsbawm reconoce que el establecimiento del Partido Comunista coaccionó a estos historiadores en su trabajo sobre el período. Sin embargo señala que “en los años 1946-1956, las relaciones entre el grupo y el partido habían sido impecables[7]. De esta manera, PC actuaba como aglutinador dirigiendo una línea política sobre la cual corresponderse. Finalmente con la publicación de Past and Present en 1952 se intentaron estrechar lazos con los historiadores no marxistas que compartían afinidades e intereses en comunes. La iniciativa de la revista fue de miembros del grupo, específicamente de Dobb, Hilton, Hill, Hobsbawn y John Morris. Pero la revista no fue publicada ni por el grupo ni por el partido. Tampoco se tuvo la intención de que fuera una revista limita a los estudios marxistas históricos y nunca lo ha sido.
La crisis política de 1956, con la intervención soviética en Hungría, alejó a buena parte de estos hombres de la disciplina del Partido Comunista y los dispersó pero, a diferencia de lo que ocurría entre otros países ninguno de ellos desertó del campo de una política progresista ni el abandono de su trabajo intelectual que, si bien con más libertad, conservaba lo esencial de su inspiración marxista.
En cuanto a Annales, como afirma Burguière, para entender su formación y origine es necesario tener en cuenta el complejo de relaciones de fuerza que se establecen entre las disciplinas a la vez competitivas y complementarias: también los marcos institucionales, definidos, por ejemplo, por su “organización universitaria” (por la dotación desigual de cátedras, institutos, organizados, por otro lado a partir de concursos), los marcos sociales (su mayor o menos prestigio en los medios cultos y su capacidad para influir en la opinión o en las esferas dirigentes) o epistemológicos (su capacidad para ejercer una hegemonía teórica sobre las demás disciplinas)”[8].
Pero al margen de los aportes de otras disciplinas, entre los que se cuentan la antropología, la economía y la sociología Annales no contiene una homogénea ideología entre sus miembros ya que “Annales es radical en el estilo pero académicamente en la forma y conservadora desde un punto de vista político; toca las cuestiones de historia económica y social sin riesgos de contagio marxista”[9]. Un dato a tener en cuenta: Para 1968 tiene entre sus filas a ex comunistas como Emmanuel Le Roy Ladurie (hijo de un ministro de Petainm que pasó personalmente por una etapa de ferviente estalinismo) o François Furet. Alain Besançon reconocerá luego “haber sido comunista no perjudicó nuestra carrera, todo lo contrario”. Quizás esta cita describa mejor el verdadero espíritu de la “historia académica” de Annales”

Conclusión:
Después de lo explicado podemos llegar a la conclusión de que en sus estudios Annales no se propone explicar el cambio social. Parecería que viéndola a la distancia, nos relata una historia lineal y sin conflictos. Vistos de esta óptica, el cambio social permanecería casi inmóvil, quieta, chata.
En tanto los estudios de grupo de los historiadores marxismos británicos, por todo lo anterior expuesto, logran, mediante el análisis de la lucha de clases y describiendo la transición explican el cambio social, cuando entran en contradicción las fuerzas productivas con las relaciones de producción.
De esta forma vemos como en uso de categorías analíticas y el uso que le dan, se vislumbra la ideología política de dichas corrientes. En este punto, Annales realizó sus producciones historiográficas en nombre de la objetividad pero la diversidad y la interdisciplinaridad en sus estudios no permitió que exista una vía política coherente entre ellos, la heterogeneidad entre sus miembros (que contaba con estructuralistas, funcionalistas, conservadores y marxistas) no posibilitó que se conforme una línea que guía sus estudios.
 En cambio, los estudios que realizaron los historiadores marxistas británico nunca perdieron de vista la dimensión política, esencial de esa experiencia ya que parten de un supuesto claro donde las relaciones de clase son políticas en cuanto siempre suponen dominación y subordinación, lucha y acomodación. También se plantearon la comprensión global del sistema, entiendo su lógica en su totalidad tratando de dilucidar la “omnipresente” presión del ser social sobre su conciencia a la cual proyectan para modificar el mundo que los rodea, diferencia fundamental respecto a la corriente francesa.


[1] En esta etapa, el grupo de los historiadores marxistas británicos también participo en defensa de las posiciones progresistas en los grandes debates historiográficos de su tiempo, como el del papel de la “gentry” en la revolución inglesa del siglo XVII o el de las consecuencias sociales de la revolución industrial (el “debate del nivel de vida”) y luego, partir de 1952 con la revista Past and Present (a la cual luego me referiré).
[2] Fernard Braudel, “El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en época de Felipe II”, México. FCE, 1953. p-207

[3] Pierre Vilar, “Iniciación al vocabulario del análisis histórico”, Barcelona, Crítica, 1982.

[4] H. Kaye “Los historiadores marxistas británicos, Universidad de Zaragoza, 1989.
[5] Para ampliar este concepto Braudel agrega que “la historia acepta y descubre múltiples explicaciones lo hace por desplazamientos verticales, de un plano temporal a otro. Y en cada plano se producen también conexiones y correcciones horizontales”, en F. Braudel, Ibid.

[6] En defensa del marxismo, Hobsbawm dice que “las tendencias sociológicas han logrado la exclusión de la historia, o sea el cambio dirigido (…) los patrones estructuro-funcionales resaltan lo que las sociedades tienen en común, mientras que lo que nosotros buscamos es precisamente las diferencias”. En Eric Hobsbawn, “De la historia social a la historia de la sociedad” en Marxismo e historia social, México, Tebeka, 1983.
[7] Eric Hobsbawn puntualiza que esto fue debido al hecho de que los historiadores “eran un grupo de comunistas tan leales, activos y comprometidos, como el que más, aunque sólo fuera por considerar que el marxismo implicaba pertenencia al Partido. Criticar al marxismo suponía criticar al partido y viceversa” en E. Hobsbawn Ibid.

[8] Alan Burguiére, “La historia de una historia: el nacimiento de Annales” en N. Pagano y P. Buchbinder, La historiografía francesa contemporánea, Buenos Aires, Biblio., 1993.

[9] Joseph Fontana, “La historia de los hombres”, Barcelona, Crítica, 1995.